viernes, 12 de abril de 2019


Toust and Tales 


Perras Negras (oí decir que les llamaban) 

Cerca de las dos golpearon la puerta y pensé en todas esas personas con las que había tenido problemas durante la semana.

Luego de un rato atisbé en la mente su foto de perfil. Sin duda. Era él.

Vaya que fue astuta; me habló sobre las aplicaciones con las que podría hacer esto y lo otro. Seguro puse cara de tal crédulo pues no conforme agregó - A mi me han pagado hasta seismil duros por solo aquello; mi camarada en cambio hace sus propias apps; tal vez podría ofrecerte trabajo. Tienes wats? En cuanto llegue a casa te mando las aplicaciones y su contacto para que también tú puedas ponerte a trabajar.

Le dí mi número sin titubear.

Nuevamente llamaron a la puerta. Eran ya  casi las tres. Sabía que era él. Respiré muy muy hondo y retiré la cadenilla.

-Así que eres tú de quien habla tanto Reinalda. - Si señor, pase- le dije cuando ya estaban dentro él y sus canchanchanes.

Alguno debió pasarle el portafolio del que sacó seis publicaciones que desde ese día me implantaron la necesidad de escribir.

La primera fue "Una realidad aparte" de Carlitos Castaneda, el segundo libro y creo mi favorito fue "Las sirenas de Titán" de Kurt Vonnegut, luego los magistrales cuentos de Mario Augusto Delfino y su célebre "Márgara que venía de la lluvia" El cuarto fue uno de poesía de Vicente Huidobro, siguió el "El gran Gastaby" del inusual Fitzgerald y finalmente se me calleron los chones cuando me entregó el libro de "Los detectives salvajes" de Bolaños.

No me dí cuenta de la hora de su partida. Ya no podía escuchar la puerta.

Me quedé allí tendido sobre la alfombra con las historias que me acompañarian por siempre. ¿Café? No, no hubo tiempo de servirlo.

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